Parte final del proceso de exterminio ideado por Hitler, los crematorios eran salas anexas a las cámaras de gas en donde los sonderkommandos (prisioneros destinados a estos menesteres) introducían los cadáveres de los prisioneros asesinados para ser reducidos a cenizas.
Todo estaba estudiado; se crearon hornos con una capacidad específica por la que cabían en cada uno de ellos y a la vez una persona de complexión normal o gruesa, una mujer y un niño; según los cálculos la grasa humana fundida y extraída de esta operación ayudaba primero a la combustión de los cuerpos y ahorraba después petróleo o carbón a la Alemania nazi.
La grasa humana sobrante era destinada en parte a la fabricación de jabón y los huesos se trituraban en máquinas especiales que quedaban reducidos a casi polvo (ver imágenes inferiores)
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Los miembros del Sonderkommando 1005 del campo de exterminio
de Janowska (David Manusevitz en el centro y Moses Korn a la
derecha) posan ante la máquina trituradora de huesos humanos.
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Moses Korn ante la máquina trituradora.
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Si algún sonderkommando era sorprendido avisando de este destino a los prisioneros recién llegados se le introducía vivo en un horno y moría abrasado.
El principal distribuidor de hornos crematorios fue la empresa siderúrgica situada en Erfurt (Alemania) "Topf e Hijos"; creada en 1878 por Johann Andreas Topf y posteriormente dirigida por sus hijos Ernst Wolfgang y Ludwig Topf, se convirtieron en especialistas en la fabricación de hornos para panaderías y minería en general. A primeros del siglo XX y con el novedoso sistema de eliminar los cadáveres por medio de la cremación en vez de la inhumación o enterramiento "Topf e Hijos" desarrollan un horno especial para seres humanos que era comprado principalmente por empresas funerarias locales.
La llegada del nazismo trae consigo el asesinato masivo; los hornos crematorios normales no son suficientes para eliminar tantos cadáveres que salen de las cámaras de gas por lo que se encarga a "Topf e Hijos" que diseñe unos hornos capaces de acelerar el proceso. Es el ingeniero Kurt Prufer quien consigue el proyecto y supervisa el funcionamiento correcto de sus hornos mediante unas 12 visitas a Auschwitz para comprobar que no se producen grietas y que la grasa humana sirve de combustible. Desde este momento "Topf e Hijos" fueron los principales suministradores de hornos crematorios destinados a todos los campos de concentración y exterminio de Europa.
Cabe destacar que este macabro negocio solamente sirvió para casi arruinar a "Topf e Hijos" ya que si el 40% de su producción era la de estos hornos solamente cobraron el 1% del total facturado y aunque reclamaron el dinero de sus facturas a la SS de poco les sirvió ya que los verdugos, como dueños y señores de todo el sistema concentracionario, pagaban cuando les apetecía sin dar explicaciones.
Cuando acabó la Segunda Guerra Mundial, la empresa "Topf e Hijos" quedó en el lado soviético y el 31 de Mayo de 1945 Ludwig Topf se suicidó dejando unas notas de despedida en la que se puede leer lo siguiente:
"Siempre fui una persona decente, todo lo contrario a un nazi. Todo el mundo lo sabe. Nunca hice conscientemente y con intención algún mal, pero me lo han hecho a mí".
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El ingeniero Kurt Prufer fue detenido por las tropas soviéticas para ser interrogado mediante torturas. Bajo la acusación de abastecer de hornos a los campos de exterminio se le condenó a 25 años de trabajos forzados en un gulag ruso muriendo en 1952.
La empresa "Topf e Hijos" quedó disuelta aunque en sus talleres se siguen fabricando hornos con diversos fines industriales y crematorios de la mano de otra gerencia diferente.
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Plano realizado por "Topf e Hijos" para la construcción del crematorio I
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