Posiblemente el industrial alemán con mayor poder e influencia dentro de la etapa nazi e hijo del también procesado Gustav Krupp en los Juicios contra la Jerarquía nazi.
Sus factorías metalúrgicas abastecieron al ejército alemán en su crecimiento bélico desde la llegada de Adolf Hitler al poder; pero no solamente produjo acero para el incipiente y posterior rearme alemán, sino que influyó notoriamente en las decisiones de Adolf Hitler de invadir Europa con fines expansionistas para su industria a través de la aportación de prisioneros de los campos de concentración y exterminio para ser utilizados como mano de obra esclavizada y así aumentar los beneficios empresariales.
Siempre negó su culpabilidad directa en los crímenes acusatorios; creyó firmemente en las tesis políticas de su padre, en las de Adolf Hitler y sus ideas bélicas por lo que consideró sus actos como normales, ajustados a la ética y moral y exentos de responsabilidad.
En 1947 declaró:
“La economía necesita un desarrollo estable o en crecimiento. A causa de las rivalidades entre los muchos partidos políticos en Alemania y el desorden general, no hubo oportunidad para la prosperidad...
Pensábamos que Hitler nos daría un medio ambiente sano. De hecho lo hizo...
Nunca las industrias Krupps se preocuparon demasiado por ideales políticos. Sólo queríamos un sistema que ha funcionado bien y nos ha permitido trabajar sin obstáculos. La política no es nuestro negocio”.
|
Según las estimaciones del Tribunal Penal de Nuremberg, las industrias Krupp llegaron a tener durante el régimen hitleriano más de 100.000 trabajadores de los cuales 23.000, un 23%, eran prisioneros de los campos de concentración y exterminio utilizados como mano de obra esclavizada.
|